En plena preparación para el Dakar 2022, Eduardo Iglesias nos invita a compartir con él su último entrenamiento a roadbook.
Fuente y fotos: Anca, Pablo Pillado, Action Graphers.
La localidad de A Veiga, en la montaña oriental de la provincia de Ourense, hacía de anfitriona en una jornada más pasada por agua de lo que hubiéramos deseado. Aun así, el atrezo de liquen blanco sobre los desnudos robledales que nos acompañarían durante gran parte de la mañana y tan grata compañía, acabarían por satisfacer las expectativas más favorables.
Sin demasiadas contemplaciones, en la gasolinera acordada y con muchas ganas de gas, Edu Iglesias nos ponía en la mano el roadbook que tocaba para esta jornada. Un poco de celo para fijarlo al F2r; roscarlo como si estuviéramos con el crono al cuello y al café. Eso es, en realidad no había tanta prisa. Se trataba de un entrenamiento en el que Edu no pretendía más que sumar km de roadbook sin jugársela. A menos de un mes para la cita anual con el desierto y con la meteorología en contra, la prisa era relativa.
Como no podía ser de otra manera, el preciado pergamino pasó a ser nuestra magdalena del desayuno. “Los roadbooks europeos no se parecen en nada a los del desierto pero te hacen trabajar” nos contaba Edu, “La navegación siempre ha sido mi punto débil y estos roadbooks me ayudan a coger soltura, leer y decidir rápido. Me ayudan a entrenar la agilidad mental. De hecho intento rodar rápido porque no me sirve de nada navegar despacio. Todo lo que sea hacer viñetas, aunque no sea lo mismo que en el desierto, ayuda.” Y continúa apuntando que “en el desierto todo es fuera pista, muchas pistas paralelas, mucha navegación a rumbo, es distinto.” y nos habla de su último entrenamiento en Marruecos: “Con Arcaróns estuvimos entrenando la navegación a rumbo. El ejercicio consistía en tomar dirección hacia una de las dunas más grandes, de las que son casi imposibles de subir, y que en vez de seguir a rumbo 100, ponte, se bordea a 120 y la rodeas a 80 durante un tiempo para rectificar esa deriva hasta que se te abre el waypoint y ya sigues la flecha para validarlo y arrancar hacia la siguiente indicación. Esto en casa no lo puedes entrenar, pero está claro que alguien que navegue muy bien por aquí, la mecánica la tiene y al final es mucho más fácil aprender en el desierto, donde seguir el Cap es complicado.” Edu afirma que “lo que engancha es la mezcla entre la navegación y el desierto, pero en este me parece más divertido. Es cierto que cada vez me está gustando más navegar por aquí, pero lo mío siempre ha sido el enduro, la trialera. Vengo del enduro con participaciones en el campeonato gallego, en el de España, el portugués, los Seis Días…, pero como ahora estoy entrenando mucho roadbook por aquí, cada vez me gusta más.”
Con sabor de boca a café y hambre de viñetas, dimos por terminada la tertulia matutina para ponernos a los manillares de nuestras monturas. Edu al de su EXC 450cc, Marcos Domínguez al de su FE también 450cc y yo al de mi Lc4 old school. Recalamos los ICOs en la primera rotonda que nos abría las puertas al campo y a quinientos metros, Edu nos daba paso, a Marcos primero y a mi después, con idea de ir haciendo la goma para dejarnos rodar y alcanzarnos de vez en cuando. La navegación sería en solitario, como no podía ser de otro modo.
Un despiste de Marcos en una de las indicaciones me permitía rodar abriendo pista. En menos de lo que me hubiera imaginado y a pesar de la constante cortina de agua, ya estaba inmerso en el universo roadbook: dibujando un telar de flechas, cruces, pistas principales, caminos más o menos visibles y descifrando cada uno de los entresijos en forma de viñeta doble con referencia deslocalizada y distancia relativa, que se me estaba pasando la mañana como si estuviera haciendo lo que más adoro de esta vida.
Edu me alcanzó para arrojar luz sobre aquella viñeta que me hizo frenar hasta echar los pies al suelo. Despejada la incógnita y tomada buena nota de los consejos del que sabe, proseguí con la vana esperanza de que en algún momento dejaría de llover y se abriría el cielo para una bonita sesión de fotos.
Desechada la ensoñación, aprovechamos cualquier momento para robarle un parpadeo a la cámara mientras escurríamos los guantes y secábamos las gafas a golpes de gas. Un camino desconocido de un monte sin nombre de aquel roadbook y siempre bajo la constante lluvia, se convertía en el mejor lugar para que Edu nos hablara de su primer Dakar. De esa gran decisión. “Cuando compras la moto es el punto de no retorno. Ya has hecho una inversión con un objetivo claro. Hasta ese momento no lo sientes así, pero hecha la inversión… está claro que lo puedes dejar para el siguiente año, pero ahí es donde empieza el lío gordo. Ahora tienes que ir. Mi idea era: ya tengo la moto buena y ahora si no consigo un mínimo de pasta, me voy en Malles. Sin el gasto de la asistencia mi presupuesto sería el de la inscripción, la moto y los vuelos. Pero es complicado. Son muchas decisiones. Tenía un dinero que estaba dispuesto a poner, pero de ahí en adelante, no iba a suicidarme.” Y nos hace ver lo grande que es el reto, porque, “por mucho que te lo expliquen o hayas hecho carreras como el Merzouga Rally o el Morocco Desert Challenge, no hay nada parecido al Dakar. Así que el primer año te lo tienes que comer y pagar la novatada. Que por otro lado, al no saber, vas confiado, te lo encuentras y ya lo gestionarás. El segundo y tercer año vas con más presión porque ya sabes lo que tienes que controlar para no sufrir. Aquí la experiencia vale mucho. No hay más que ver a los pilotos veteranos que no hay quien los pille. Van por inercia.” y proseguía apuntando lo importante que es la gestión de la carrera: “no solo física sino también psicológica” afirmaba “saber leer las etapas. Saber cuándo tienes que apretar o cuándo conservar. Como en todo. Como en el Enduro. Pero en el Dakar es muy importante. Puedes tener mucha experiencia como piloto, pero el Dakar te tirar para atrás a la primera de cambio y te vence. De hecho ves gente que por su experiencia previa debería estar más arriba y no lo están, y es que los primeros días son matadores y como no empieces a dosificar y corras mucho por la mañana, te puedes venir abajo y es complicado. Una parte muy importante es la carrera psicológica.” A lo que nos interesamos por el estudio previo de las etapas, y resulta que “No las he mirado mucho. No me gusta pensar en la etapa 10 que tiene 500 km, por poner un ejemplo, porque antes tengo que hacer la prólogo, pero este año me preocupa la etapa maratón, que es en la segunda jornada. Por una parte la mecánica estará mucho mejor, pero en el Dakar los tres o cuatro primeros días son los que te marcan para ir acostumbrando el cuerpo. El organismo tiene que adaptarse a los tiempos de la carrera. Son los días para ir posicionándote y en el segundo aún no vas a tener el cuerpo hecho al Dakar y te vas a encontrar con la etapa maratón de golpe. Cuando la tienes en la sexta etapa o en la segunda semana, ya vas rodado, salvo que arrastres un golpe ¡claro!.”
Después de haber sido Finisher en sus dos ediciones disputadas, Edu nos comenta que su objetivo para este su tercer Dakar es “el mismo que el del primer año. Acabar.
Para un piloto amateur como es mi caso, lo que va a quedar es el hecho de haber acabado y después, evidentemente, la posición. En este sentido el segundo año mejoré mucho con respecto al primero, por lo que te comentaba antes de saber gestionar el día a día. Siempre voy de menos a más, progresivo y cogiendo ritmo, y la gente por desgracia va teniendo golpes o se va metiendo en líos. Así que de este Dakar espero, después de haber entrenado mucho más que para el segundo por la pandemia, llevar los deberes más aprendidos y leer bien las etapas, pero no podemos olvidar que seguimos siendo amateur y el objetivo siempre es acabar.”
Es en este momento cuando escuchamos llegar a Marcos. El empujador de su embrague lo había abandonado desde casi el inicio del roadbook, y lejos de desistir tenía intención de hacérselo de principio a fin. Arrancábamos a escasos treinta km de la última viñeta, bajo una incesante lluvia que en ocasiones remitía sin dejar de ser y en otras insistía con la firme decisión de acompañarnos hasta nuestro destino.
En A Veiga, ya con ropa seca y las motos atadas, solo restaba acercarnos al único restaurante abierto del pueblo para saciar nuestro apetito voraz. Callos con garbanzos de primero para quitarnos la humedad de los huesos y caza de segundo por lo bien que lo habíamos hecho, acompañaban perfectamente lo que nos ocupaba. La importancia de los medios de comunicación y las redes sociales: “El tema mediático del Dakar es brutal. Me lo habían comentado amigos que ya lo habían corrido, pero lo cierto es que es tremendo. Te haces el mundial de enduro y no te sigue ni el apuntador, pero haces un Dakar y es increíble. Las Redes Sociales son importantísimas. No digo que no vayas a conseguir patrocinadores, pero si tienes unas redes sociales fuertes vas a conseguir muchas cosas. Al final a los patrocinadores les interesa la repercusión que tienes, pero es cierto que son muchas más cosas las que influyen a la hora de conseguir apoyos. En mi caso haber acabado dos ediciones, es importante. No es lo mismo ir al primero, que ir a por el tercero. Pero conseguir patrocinadores siempre cuesta. Está claro que si te vas a meter entre los diez primeros tienes más repercusión que si vas el setenta, pero en mi caso la repercusión va por días. Cuantos más días en carrera, mejor. Por eso no merece la pena arriesgar mucho, porque te vas metiendo en la dinámica de correr… y en el Dakar las caídas se pagan muy caras. Te puedes pegar un golpe en un hombro y luego vas mazado. Si te pasa en casa te tomas una pastilla, sales al día siguiente y luego tomas otra, pero en el Dakar igual te quedan diez etapas por delante.
Nos sorprendemos cuando Edu afirma que “El año pasado en todo el Dakar solo me caí una vez. Tengo mucha suerte. La gente no se lo podía creía. Yo caigo muy poco, es mi éxito, no me arriesgo, pero voy a un ritmo fluido. Aunque en mi primer Dakar, en una etapa en la que me pilló la noche en las dunas me caí veinte mil veces y este año igual me vuelve a pasar, ¡quién sabe!.”
Con los postres en la mesa resultaba inevitable hablar del entrenamiento físico y Edu nos confiesa que “Intento rodar un par de días a la semana y creo que desde Enero, desde que llegué del Dakar, no he rodado menos de un día por semana, nunca. Además estoy haciendo cuatro días de gimnasio, ciclismo y pesas, pero este año, por motivos laborales, voy tarde con el plan de entrenamiento y dieta. Comiendo muchas veces fuera de casa, es imposible. Admiro a la gente que lleva un entrenamiento meticuloso, midiendo lo que come en función del tipo de entrenamiento de cada día. Yo prefiero hacerme hoy todo el track otra vez, que hacer dieta la verdad, pero también es cierto que si tengo un objetivo, un fin, soy capaz de sacrificar mucho.”, que de boca de un piloto con dos ediciones en su haber y listo para su tercer desafío, no nos albergaba duda alguna.
Sobre las cinco de la tarde dábamos por terminada la sobremesa de un fantástico día de navegación, agua y Dakar a partes iguales. Proclamábamos a Eduardo Iglesias vencedor del campeonato de batallitas por su etapa del rally de Croacia en una moto ilegal por los Balcanes bosnios, y nos despedíamos de nuestro protagonista deseándole mucha suerte y gas para el próximo Dakar Rally 2022, que seguiremos entusiasmados y empujando desde cada duna.